jueves, 5 de febrero de 2009

La ancianidad en su lecho de gloria

Si la vida tuviera de suerte un embrujo
y de colores ya no supiera andar,
si el día se apaga y nadie enciende las luces
y el cuerpo cansado de tanto cabalgar
se sienta rendido a la espera
de lo innebitable que está por llegar.
Y la daga filosa punteando la frente
que no es mi muerte pero me ha de matar,
mis sueños nuevitos y mi cuerpo ya viejo
que me dice hasta nunca y hasta siempre será,
mi camisa ya no deja sudores
y mi corazón esta noche no se si latirá.

Ya eh aprendido a sobrellevar mis canas
y no son las ganas las que me incitan a partir,
tampoco es una mágica canción de cuna
la que me invita consigo a dormir,
no es una hermosa amante
aunque con ella se que voy a sucumbir.
Es un tácito recorrido por la suerte
aunque la fortuna va a ser siempre su fin,
se aletranan para borrar la epístola de mi vida
se vienen la bestia o quizás un querubín,
no se si será Dios en persona
o la simple forma biológica de morir.

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