Como un cliché de la adolescencia
la rebeldía se acerca a tiempo, sin pausa,
tiñe todos los trapos blancos de rojo
y todos los pensamientos en brabura
para amortiguar la bombas de la tradición.
Y así como un rui señor canta y vuela,
el joven anda y canta y ríe y sueña y sufre,
pues de otra manera no sería joven
y mucho menos rebelde,
es que la rebeldía no tiene gracia
si no se vive al máximo,
si no la vale cada gota de sudor
derramada desde el alma.
El acto rebelde, es en su corazón
igual al acto de amor
ya que este, el amor,
revoluciona todos los órdenes de la vida
y cambia de rumbo las mareas
y desvía los tornados,
va, transitando cual rayo de luz,
iluminando cada bosquejo oscuro
que mese sobre el alma de un hombre,
y es así que concluyo
que tanto en horas como las de hoy
como en segundos del pasado,
es siempre la rebeldía sinónimo de amor.
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