domingo, 9 de mayo de 2010

El hombre parte I

En sus oscuras horas de soledad
viajando por nubes de incertidumbre,
el hombre sueña con ver las estrellas perdidas
y sentir la brisa clandestina correr por su libertad,
pues no hay más abrigo que la piel
ni mas resistencia que su verdad (mi verdad)
y no hay más miedo que el que se tiene
cuando uno no puede hacer más que amar.

Los harapos de su mente que se mantiene resistente
son la única fé, que en horas de temporal
logra sobrevivir sin ser infiel a su imaginación.
En catástrofes donde no hay dios
y uno parece por momentos, ser Cristo,
no hay mejor consuelo que la nostalgia
por un mundo mejor.

Los gritos tristes de los angelitos torturados
navegan por los oídos rotos pero no sordos
del hombre fuerte,
pidiendo de forma fúnebre
un segundo de paz.
Pero las fieras son frías y no lloran
al ver arder los ojos tibios de una madre de la luz,
más bien danzan en torno al oscuro momento
en que no hay amor.

El hombre resiste en su eternidad
con los ojos volados a los sueños,
pues en su abismo de dolor
ser noble le ha costado la libertad.

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