domingo, 10 de agosto de 2008

Historia de los dos amantes


Esta es la historia de dos amantes, de los cuales su amor era imposible. Muchas historias existen como esta, es verdad, pero esta tiene algo de especial.

Se conocieron en mi casa, yo les tenía gran cariño a ambos. Mis padres generosos ofrecieron alojarlos en mi casa y se quedaron un gran tiempo, mas él q ella, pero en fin, vivieron juntos.

Hacían una hermosa pareja dispareja, el pelo de él era de un castaño fuerte y largo, mientras q ella de pelo cortito y gris, deslumbraba con unos hermosos ojos verdes. Los soberbios de la cuadra, le tenían rechazo a ella, no se si era por su pelo, por su figura o su gran entusiasmo, o quizás de celos, porque no podían estar con ella.

Ella y él empezaron a formar una linda amistad, al principio no se admitían uno al otro, pero de a poco a convivencia los llevo a conocerse mejor, y se dieron cuenta de la cantidad de cosas que tenían en común.

A aquellos que no le tenían rechazo a ella como los soberbios, admiraban la gran relación que mostraban mis huéspedes, haciendo cosas inimaginables. Ella jugaba a perseguirnos, y el jugaba con agua y a correr en círculos, aunque parezca raro.

Pero un día, no le basto a los despojadores de amor mirarla mal a ella, y decidieron atacarla. Se escucharon sus gritos, pensé que no podía hacer nada, me acobardé. Pero no le pasó lo mismo a él, mi huésped, que sin dudarlo, con su corta estatura, y su mirada infantil, supo hacerse lobo para proteger a su amiga, a su compañera. Y aquellos gigantes, ante la sorpresa del nuevo individuo, se creyeron más y quisieron acabar con el, ninguno de los dos pudo. El coraje que reflejaba el chiquito daba miedo, sus dientes, sus ojos, su corazón latía más fuerte que nunca, porque solo así podría ser más gigante que ellos.

Pasaron los días después del primer enfrentamiento, ellos felices se sentaban en la puerta de mi casa, a jugar un poco y sentirse únicos, créame cuando le digo que nunca había visto algo así.

Nosotros estábamos sorprendidos de la buena relación, y quisimos que se quedaran por siempre con nosotros.

Pero cuando creímos que ella estaba a salvo, no nos dimos cuenta que algunas damas del vecindario también la envidiaban, pero sabían que ella tenia un defensor y que pelear con ella no podían, por lo cual buscaron otros medios.

Una noche, ella salio a caminar por el barrio, a tomar un poco de aire fresco como de costumbre, y ante el servicio de alimento de una señora, la cual ella creía amable, hizo más próxima su muerte. Mareada y con mal estar volvió a casa, no le dio para entrar, no tenía más energía.

A la mañana siguiente mis padres la encontraron tirada en el patio, su corazón ya no latía, a mi me dijeron que se había tenido que ir, que lamentaba no haber podido despedir. Él, su amigo, sabía que esa no era la realidad, sabía que la habían matado, y decidió quedarse con nosotros.

Años después, despojado del amor quiso intentar una vez más, con alguien quizás un poco más similar a él, y en su rumbo perdido fue atropellado, perdiendo así la vida.

No se si estarán juntos en algún lugar sagrado, o tan solo están juntos en mi recuerdo.

Esa misma noche, en la que falleció él, vino una nueva amiga, su nombre es Lisa, es mi perra, hace años que estamos juntos, pero hoy mi recuerdo le pertenece a esos dos amigos, que sin saberlo, formaron parte de una gran historia de amor y amistad, ella mi gata Flopy, y él mi perro Tampí.

Mariano Lanza

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