lunes, 6 de abril de 2009

Mis compañeritos deportistas

Eramos algo
parecido a una murga,
todos diferentes
todos con su brabura,
altos, enanos y bobos,
feos, más feos y tontos
pero por sobre todo
buenas personas.
Nos juntabamos
casi todos los días,
les ganamos y perdimos,
nos jugabamos la vida,
sudando y corriendo
gritando o riendo,
con el corazón bien caliente.
Nos conocíamos
desde chiquitos,
y compartimos
algunos ritos,
saltando, chocando,
hablando, llorando,
y cada pérdida un funeral.
Se respiraba
un aire modesto,
nadie es más que nadie
ni te contesto,
a pesar de las peleas
a veces tan feas,
debido a la frustración.
Hoy en día algunos
ya no figuran,
otros todavía
compartimos la ternunra,
tan nuestra y sana,
afuera o en la cancha,
mis amigos sin precio.
Me enseñaron
que los milagros son posibles,
a pesar de los errores
y de los festines,
forjando amistad
en un lecho de igualdad,
jugando basquetbol.

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