Duele ver como uno es a veces
tan solo un respaldo,
un obsoleto beso perdido
que se queda con ganas de crecer
y muere entre sábanas tiezas
y bien armadas.
Duele el andar sin ganas
queriendo volar
a otro lado lejos de monotonía,
lejos de la formalidad,
queriendo escaparse
de la rutina,
esa maldita costumbre
que va matando a la pasión
como el cigarro mata al hombre,
pues llena sus pulmones
con noches solitarias
y ataca al corazón
con el aburrido sueño que se tiene en companía.
Duele el no poder entrar
dentro del cuerpo que uno quiere
pero mucho más duele
el no poder entrar en su cabeza
y en su corazón,
que triste que vuelve todo el tiempo,
espero que algún día
todo pueda revivir.
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