jueves, 4 de noviembre de 2010

Quedate acá

Con el complejo de Edipo
vi la luz al nacer,
en los ojos de mi madre
el amor ví florecer,
como un pequeño retoño
que empieza a crecer
mi corazón se volvió gigante
con la mirada de esa mujer.
Cinco años me duraron
más bien fueron casi seis,
cuando esa niña de ojos verdes
me vió en túnica correr,
ella era más grande
y yo un poco más infantil,
desde ese momento me di cuenta
que las mayores eran para mi.
Pero sus días pasaron
y la túnica me siguió,
todavía recuerdo el año
en que otra nena apareció,
me impresionaba su altura
para mi era una mujer,
hoy sé que fui muy niño
y no la supe comprender.
La adolescencia se venía
con sus miedos de acné
y desde mi ventana vi a la vida
posarse sobre dos pies,
con un cuerpo memorable
rodeada de no se quién,
pensé entonces que los ángeles
tenían cuerpo de mujer.
En el transcurso de los años
la inocencia me pesó,
me estrorbaba la idea
de no saber quien soy,
así de a poco fui creciendo
y fui de armas tomar,
pues me di cuenta que las mujeres
no tienen alas para volar.
Del extranjero se vino
una dulce revelación,
una mujer morena
digna de una canción,
decir que yo no sabía
que el amor no puede durar
cuando uno día a día
pasa a su casa sin antes pasear.
De pronto me encontré
sin lugar donde escapar,
es dificil ser fugitivo
cuando persigue la soledad,
y las noches me abordaron
mucho frío y copetín,
los perros de la calle
me hacían acordar a mi.
De los errores uno aprende
y no hay mejor forma de olvidar
a un amor que buscando
otra muchacha a la cual besar,
así me fui paseando
por las mujeres pensando en mi,
pido disculpas si soñaron
poder conmigo ser feliz.
Como buen detective
encontré a una rufian
que entre puros machos
me solía mirar,
yo fui uno de sus asaltos
y ella mi vanidad,
quizás hice mal en dejarla
tendida en la soledad.
El verano me encontró
y yo sin saber que hacer,
así los estudios me abordaron
sin ninguna mujer,
que puede hacer uno entonces
si no sabe remontar
las cometas en el cielo
nocturno del amar.
Su actitud me contuvo
unas ganas de gritar,
apareció en el momento justo
en que uno debe olvidar,
probé suerte y tuve
que aprender a vencer
la derrota absurda
de perder a una mujer.
Pero después de la noche
el sol aparece al fin
donde el corazón es más fragil
donde hace falta un querubín,
y como por arte de magia
y por arte de los dos
la vi mirandome como si fuera
a quien ella siempre esperó.
Ahora siempre me encuentro
separado de mi soledad
pues en su cama me siento
un hombre de verdad,
ha pasado mucho tiempo
desde que nací hasta acá
y recién ahora me encuentro
feliz de poder amar,
esa mujer es locura
es también mi enfermedad,
pues muero vivo y muero
cuando me dice con sus ojos
"quedate acá".

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