Nadie sabe que palpitar le espera,
undido entre las hojas de otoño
aguarda el frio abasallador de las penas,
de las lágrimas de diamante,
de lo obscura nostalgia y sus demonios,
nadie escapa a la idea
de pensar que la soledad es para pocos,
nadie festeja los crueles petalos
que bañan las calles ya vacias por el frio,
todo es un tributo al abandono,
a las pocas ganas,
fijense entre las nubes,
quizás distingan un pedaso de cielo,
buena suerte y que el otoño
no los trague.
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