No te voy a decir
que no me mires al voltear,
que no me beses
y que pares de aletear,
si los medios adioses
son el peor motor para la mente,
y lo que tengo de romántico
lo tengo de impertinente.
Por el mismo motivo
que insistí por tus rezos,
es por el mismo que hoy
no quiero perder tus besos,
espera a la vuelta de mi voz
y lo empesarás a creer,
como de cierta forma
he empezado a crecer,
en una noche donde faltaba
ese respiro tuyo que ilumina la madrugada.
A ver si piensas
en este hombre desesperado,
este hombre
tan mal acostumbrado,
que nunca le enseñaron a esperar.
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