El viento sopla fuerte y va dejando tan solo secuelas a nuestro paso.
Perdemos algunas de ellas, otras las regalamos, recogemos nuevas y se viene el cambio.
A algunos les da miedo, otros simplemente no lo asumen, algunos se adaptan y otros se derrumban.
Hay ojos atentos a nuestro cambio, ojos que omiten juicios que muchas veces lo dejan en la caja de los secretos, los callan y no vuelven a ver el sol. Sin embargo, otras miradas, no pierden tiempo en callar y se empeñan en aclarecer con ferzós impulso lo que nosotros hemos visto. Pero esas miradas a veces no las entendemos por el estremezedor juicio que nos muestran, ¿de que se vale su argumento para decir que ubo un cambio?, es decir, el cambio es innebitable, en todo el período animal está presente el mismo, ¿pero cuál es el motivo de mi cambio?, yo no lo puedo ver, y a veces necesitamos un reflejo que no sea el nuestro para explicarnos.
¿Que he dejado al borde de la ruta, para que hoy extrañen algo que siento que soy, no que fuí, y sin embargo algunos lo interpretan así?. He dejado el paso del tiempo, he dejado retasos de cielo que tuve, pero que hoy ya no me sirven, he dejado la lucha por un cielo que ya no es el mío, porque encontre un firmamento nuevo, he dejado un poco de niño, y he encontrado otros sueños.
Me siento, cada vez más cerca de las nubes y sin embargo, respiro cada vez más tierra, no se si por suerte o por maldad. He consultado una y otra vez a mi psicólogo, el mar, la vida, y me he mostrado identicamente diferente, pero siento que soy yo.
Tan solo voy a quemar la planta de mis piés, si es necesario despegar, voy a mirarme al espejo una y otra vez, y me preocuparé cuando ya no me reconozca. Aprendí como caminar por el cielo, pero a veces, ese mismo, me preocupa.
Siento un diluvio de sencaciones, y hasta lluvia me hes nueva, como el sol, las nubes y las estrellas, pero lo que me hes más nuevo y le temo, es mi nuevo cambiante e identico yo.
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