Siempre sembrando felicidad,
me encuentro riéndo
con mis amigos sin disimular
un segundo el momento tan grato
que me hacen vivir, y me permiten soñar
cada día cosas más vivas.
Me enseñan cada uno miradas diferentes,
me enseñan a entender,
a escribir, a gritar y a guardar,
a guardar esas pequeñas cosas que me dan
para que las cuide y me acompañen
en mi vida y caminar.
Son la pequeña muestra que tendré latente
para probar que viví,
para probar que no fui tan solo un deseo,
que fui realidad,
son los que contarán mis anecdotas
e ilustraran de mejor manera
lo que yo siempre fui.
Fueron y serán mis espejos,
son mi cantidad de amores
y el motivo por el cual vale
levantarse cada día,
levantarse a pelear sin dudar
aunque de ellos tengamos tan solo la amistad,
pero sabemos que eso vale más
de lo que la muerte o la vida nos depare,
vale tanto como el sueño de amar,
ese sueño que ellos me han ayudado
a cumplir.
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