Si me arrepiento
de haber dejado las migas de pan
sobre la mesa,
de no llevar el sombrero
para arrojarlo de felicidad,
de no haber caminado
donde tendría que acompañar.
Cuando resuena el frío
y el abrigo no existe
es que me acuerdo
de que las estrellas
no alumbran solo por alumbrar,
ni el amor ama solo por amar
sino que lo hacen
para poder abrazarte
y que no sufras,
que no tirites,
a sabiendas que estas conmigo,
y yo con vos.
Si me arrepiento de no decirte
que la noche es bella
y la luna observa,
que la mezquindad se cohibe,
tú la cohibes por recojer
todas las migas de pan
que he dejado
y traerme el sombrero que olvidé.
Es verdad
que tengo un poco de cobardía,
no de la noche
ni de los milagros,
de las nubes
o la muerte,
sino cobardía de tú y mi amor,
de que me encuentres recostado
de brazos cruzados,
y me preguntes
dónde quedó mi amor.
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