Y ahí están,
creyendose dueños de la vida
y de la verdad,
sacando pecho de sus años
de ignorancia y fatalidad,
mintiendole a los vientos
sus pequeñas azañas
tan gigantes
en boca de ellos.
Son tesoreros de la viveza,
son la gloria personificada,
son la vergüenza ventajera
que nunca aprendieron a escuchar
ni a decir gracias,
son pobres abandonados
creyendose reyes
en disputas de bar
y billar,
son tristez hombres
de pechos de madre y putas.
No les tengo odio,
tampoco repugnancia,
pero que rabia,
que rabia me da,
que festejen la ignorancia.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario