jueves, 1 de julio de 2010

La familia la propiedad privada y el adulterio

Oye muchacha esclava
presa de las libertades aristocráticas,
¿cuánto vale un cielo repleto de riquesas?
quizás
¿toda una vida de infierno?
¿todo un amor sin dueño?
¿toda la miseria de la soledad?,
¿cuánto valen las riquesas dignas del cielo?
quizás
¿mcuhas manchas desbordando por tu piel?
¿muchas batallas dadas a perder?
¿muchas lágrimas guardadas por tu fé?.
Oye muchacha burguesa
cautiva de la moral y la transigencia,
cuéntame como lidias con tus ojos
a la hora de mirarte al espejo,
cuéntame como vives sin culpa
las dulces garras del adulterio,
cuéntame como vas a la cama
junto a tu marido
sin siquiera querer reír.
Será que la vida te ha llevado
a no querer darme la razón,
será que tus padres
te han encadenado el corazón,
o será que en los domingos de misa
la virgen que te mira
te crucifica como lo hicieron con Jesús.
Oye muchacha pecadora
que te escondes en mis brazos
para que nadie te juzgue,
que me mira de reojo sabiendo que mis labios
son el látigo maldito de la bendición,
a donde irá a parar tu familia y tus bienes
y también el Estado en asuntos que es de dos,
oye muchacha triste
qué lástima que no te quieras escapar.

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