A veces los altruistas cometen el pecado
de ser modestamente soverbios
queriendo salvar primaveras polares,
valiendose de la maravillosa altura
que les ha regalado el sol
y la breve ilusión que les ha dejado el amor,
así van bailando valentías y temor
con coros responsables y niños sonrientes
libres del hambre y la soledad.
A veces llueve frente a la casa trizte
donde habita la audaz manera de no morir
y caen pobres las estrellas que alguna vez
radiaron su infancia alegre para acompañar al desauciado,
a veces las nubes y el frío se vuelven cómplices
para provocar al calor que se desprende de las manos
que acarician un corazón.
A veces mi alma se vuelve pobre huérfana de hambre y de vida
mientras ve morir sus prados fértiles y jóvenes,
mientras canta ese enano maldito
que se vuelve gigante cuando me siento en soledad,
y veo llover triztemente en mi reflejo
con mi rostro empañado por días crueles,
maldita la mañana en que me levante desesperanzado,
menos mal que existen los poetas y los altruistas
que me impulsan a seguir sintiendome vivo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario