jueves, 13 de noviembre de 2008

Un olor que mata

Todavía siento su olor en mis manos, enchastradas en sangre espeza y con sabor a desesperación, miro al cadaver ahí tendido yeno de culpa, y mis ojos ya rojos arden de desesperación al ver lo que he realizado, fui capaz de arrebatar lo que más amé, la vida de esa mujer.
Todo empezó al presentir algo raro en mi cama, una especie de aroma que no me correspondía ni a mi ni a ella, más bien se sentia como un aire de traición, pero ya era tarde y en vez de preguntarle que era espere a caer dormido. Al día siguiente, al despertar, seguía ahi dormida como el olor, poco agradable y repleto de una mentira.
Al desayuno vi que el brillo de sus ojos habia cambiado, si uno no pudiese ver (a veces pienso) cuanta mentira rosaría los labios, pero a veces no sirve tan solo con ver, sino que hay que observar, ella estaba consternada.
Fueron pasando los días, y a pesar que la tensión se fue dispersando, quedaba un resto de de aquella mirada tan intrigante que me enseñó aquella mañana.
Su comportamiento de a poco, fue cada vez, siendo más intrigante. Llegaba a casa con un secreto entre cejas, y siempre la veía revisando su armario, una vez la encontré guardando plata. Cada vez que se iba, daba pocas explicaciones, pero el remate fue esa noche tan sana y pura, que se asemejaba a lo siniestro.
Salió en la tarde, yo estaba leyendo. Pasaban las horas y no se oía la puerta, me arrimé a su armario, revisé su caja de ahorros, no encontre ni un centavo, y ese olor, el que olía a traición seguía impregnado. Tras meditar sentado en la cama tratando de decifrar ese olor, llegué al fin de mi problema, era olor a hombre. Encontré el origen de todas las cuerdas, las salidas intrigantes y a raras horas, la plata que ahorraba en su caja para poder verse con ese hombre, y esos ojos que aquella mañana me miraban con una mentira escondida.
No lo podía creer, en pocos días llegaba nuestro aniversario, cinco años juntos, y procura engañarme sin que me entere. Así que decidí a esperarla a oscuras en la cama con un cuchillo entre manos.
Escuché la puerta del comedor, y luego entró la luz por la puerta del cuarto, prendí con silencio una lámpara de mesa. Ella estaba con una bolsa en la mano, el regalo de su amante supuse. Al verme quedó paralizada, como si ubiesee descubierto algo que no tuviese que haber sabido, y comenzé a acusarla a gritar. Sus lágrimas bajaban por su mejilla mientras me gritaba justificandose, y sin mucho pensarlo, hacia ella me incliné. El puñal insertado en su estómago la hizo caer, y en el momento del impacto, de dentro de la bolsa se arrimó un perfume de hombre, y sus últimas palabras fueron: "feliz aniversario amor".
La soga dentro de poco terminará su efecto, y mis ojos cansados de llorar cesaran para ser cerrados. Nuestros cuerpos quedarán en el cuarto del olor mentiroso, traicionero, impregnado en la alfombra, con sus cristales bajo la cama, con su nuevo frasco bolcando su fragancia para acentuar el dolor.

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