sábado, 19 de junio de 2010

Dicen

Yo vivo en una Patria sin rostro,
quizás, mas bien,
con difusos rasgos poco definidos,
por esto, así como los fantasmas,
le cuesta verse en el espejo
y medirse como lo debe hacer.
Dicen algunos que esta tierra
tiene un perfil prominente,
marcando presencia
por donde sea que pase,
sublevando a los dioses
por la envidia y el miedo
que les brinda su silueta,
dicen algunos que este cielo
tiene un carísma típico del sol,
con aires de modestia
y tempestades de libertad,
salpicando barcas de nubes
para salvar a quienes lo contemplan
y para sanar tanta herida enferma.
Dicen algunos, muchas cosas dicen
sobre sus ojos,
pero esa mirada habita en un infinito misterio,
algunos gritan que sus ojos
son ricos en café,
otros dicen que es la miel su nectar,
dicen que el mismo cielo habita en ellos
o hasta la más profunda oscuridad,
pero pese a los mitos, hay algo que es indiscutible,
los ojos de este rincón de la humanidad
llora y llor y llora por tanto dolor,
llora y llora y llora por tanta injusticia,
porque si hay algo claro
es que sus ojos sean como sean
ven lo mismo que su corazón.
Pero es el porte de mi pueblo
lo que define a mi patria,
un explendor vestido de prendas azules
con ciertos rastros rojos,
pues es este pueblo hijo
del mayor de los blandegues,
y esta Patria lleva en el fondo de su alma
el nombre de su padre y libertador.

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