Es de mal gusto
pregonar las atrocidades de la intimidad,
juzgar sin motivo y revolver los abismos
que dividen el alma.
Es atroz
proscribir a un inocente,
aislarlo de toda razón
y matarlo sin previo aviso.
Es de mala fé
callar el suplicio de un servidor,
cambiar de color sus pupilas
y someterlo al frío de la desolación.
Es impropio
no soportar el sesgo de un caminante,
irrespetar las batallas de un guerrero
y querer borrar su camino.
Es doloroso
la falta de consideración a un mortal
que quiere pero no puede
liberarse de su esclavitud.
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