lunes, 15 de septiembre de 2008

Dudas claras

Es decir, que fue algo especial, algo que nunca me había sucedido, innesperado y que solo me lo habían contado. Yo no me olvido de ese día en el que me lo advirtieron, y yo de engreído no les hice caso, creía que a mi no me iba a pasar, era muy fuerte mi idea, pero si hay algo de lo que me di cuenta es de que la teoría es bastante diferente a la práctica, a veces demasiado.
Cambió el rumbo de mi vida, le dio nuevas sensaciones y pensamientos a mi vida, fue una suerte de bienvenida, a un mundo nuevo que desconocía.
Ella era una morocha de ojos bien obscuros, una dueña del saber en lo que es referente al amor, y yo, un pobre diablo que sale recíen del brazo del resguardo y de la sobervia. Me hizo creer que yo tenía el poder, que yo controlaba todo y que mi opinón era la valida. Estuvimos bien un tiempo así, corríamos los dos tras una misma pelota, o eso fingia ella, y de estúpido se lo creí.
De a poco empezaron los berrinches, algunas histeriquiadas típicas de mujer, algunas omisiones a las visitas, besos cortos y fríos. Al atardecer de una tarde casi radiante, palabras temblorosas se asomaban en un ida y vendia de palabras dudosas, aunque ella las tenía mas clara que cualquier otra cosa.
En esa misma noche, que cielo tan pobre vi, sin luna, sin estrellas, bueno en realidad estaban pero yo no las veía.
Así que aprendí, una nueva lección en mi vida, la soberbia me jugo una mala pasada, me segué ante los consejos de los ya aventurados, y caí en eso que nunca creí que me podía pasar. Y en un cuarto completamente solo, me puse a recordar, llenando de lágrimas la almohada, el deshamor se cruzó en mi camino y paralizado me dejó. Ya no subestimo a las mujeres, y tampoco al amor, pero a veces me pregunto...¿se fue porque quizo? o ¿el culpable soy yo?... es increíble como a veces nos hacen sentir culpables.

Mariano Lanza

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