miércoles, 24 de septiembre de 2008

Fresas

Que brillantes fresas
se posan sobre tus dedos
dseosos de tocarme,
de hacerme soñar un poco
acompañados de esa media luna roja
que se posa sobre tu menton
y que tanta dialecta maneja,
una semántica muy dulce
que me paraliza de a poco,
entrando por los dedos de los pies
hasta la extremidad máxima de mi mano.
Un rayo me parte al medio
cuando manejas sensuales tus labios,
frotando los pies en la sábana
limpia y nuestra, en realidad tuya,
es tuya.
Llegasta hasta el fruto más prohibido
y exprimiste hasta las tripas,
jugaste un rato con el y lo deboraste
dulcemente palpando su textura amorosa
que desprende una suerte de hechizo encantador
que repeles con un juego insasiable
y cauteloso,
esperando cazar una cria indefensa
que camina por el cuarto buscando su interior.
Hay un momento de sueño,
unos truenos rompen el silencio,
truenos que salen de mi sueño
y una suave brisa de fresas
recorre mi mejilla
tratando de apasiguar
la turbulencia y la intranquilidad.
Es una especie de ada, vuela un rato
viene a tierra conmigo,
se aleja y me hechiza
me enamora y me revuelca,
me destruye y se vuelve a encontrar conmigo,
me deja plasmado en el suelo,
y me susurra al oido poniendome las fresas
en la boca.

Mariano Lanza

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