Mariano

Muchos poemas
se han redactado
pero ninguno sobre
algún tal Mariano.
Pobre compadre ingenuo
soñando cielos
pero pisando charcos,
y empapado de humildad
desprende una mueca
de sobervia,
cuando a los ojos lo mira
una doncella.

Cultivando caballería
a lo largo de los años,
tan solo pidiendo un nido
solvente y acogedor,
que lo busca distraido y exquisito
gustando varias desiluciones
y mostrando una sonrisa incoherente.

Y así la busqueda
lo encuentra como perro viejo
en la noche donde ninguna gata
es suficiente,
y en la nostalgia
imagina estrellas
en el rumbo de la ruta
que se muestra interminable
ante los ojos de un
indefenso salvaje, que le es
eternamente fiel a su palabra
ya qye es la compañera que se queda
cuando ataca la soledad.

Pidiendo perdones a sus fracasos,
se muestra glorioso
en el alba de una noche
que convierte su mueca
en exsaltante entusiasmo
con una sonrisa más que coherente,
mientras soberviamente
entona trovas excelentes,
y sueña un poco, ya no con cielos,
pero tampoco pisa charcos,
profetizando un encuentro
que no sabe donde ni cuando,
pero se dispondra a mostrarse gentil
cuando entre tantas flores marchitas
le corresponda un pétalo
que ama más que cualquiera
y la ruta haya concluido su trecho
de apagadas velas.

Tocando soles, ilumina su vida
cuando un amigo
tiende la mano y lo invita
a compartir el camino,
y le enseña que
no todo lo bueno
se haya en la verdad,
y así reparte pedasos
de corazones ensangrentados
y sublimes ante la fidelidad
del amigo.

Inteligente Mariano
piensa un nuevo camino
aprendiendo a crear soles, lunas y estrellas
en cada verso que ve
en los ojos de sus amigos
y la bella doncella, que todavía
no se ha cansado de mirar.

Mariano Lanza